El sol, la pena bravía,
El club, el timón, la razón en rebeldía,
Amor, ¿no te cansas todavía?
El club, el timón, la razón en rebeldía,
Amor, ¿no te cansas todavía?
En Villanueva de la Brigada la vida transcurre perezosamente, lejos de los ruidos y apremios de la urbe. Cada nuevo día es un plagio del anterior, sin apenas resquicios para la emoción o la sorpresa. Pero un domingo de primavera las cosas cambian con la llegada al pueblo de Sheila, una cíngara trotacalles que se gana el pan leyendo el porvenir en las rayas de la mano. Sospechosamente, para ella todas las manos parecen entrañar el mismo futuro. Al mismo tiempo, Rodolfo —un vecino con el juicio trastornado a quien apodan el Orate— ha pergeñado un estrafalario ritual con el que pretende establecer contacto con seres de otro planeta. Cuando al final de la jornada Sheila se dispone a abandonar la aldea, una criatura menuda y rechoncha provista de un par de antenas y un ramillete de patas tentaculares se interpone en su camino.
Oxford town, all the young dudes
La calle Melancolía
Madrid, Granada, Almería
Yo contengo multitudes.
Inquilino de ataúdes
Pirata de Berbería
El mar por ideología
Yo contengo multitudes.
Al loco y al arbitrista
Al de pocas certitudes
Al trilero, al fetichista
Al diablo de las virtudes
Al fullero y al artista
Yo contengo multitudes
Sultán en el país de Risafloja,
Indalo a la deriva, positrón,
pica en Huelva, grumete de Colón,
filigrana de la caña y del rioja.
Funámbulo que va a la pata coja,
Superlópez de raza, corazón
fugado (en re menor), piel de limón
con ron del garrafón de Barbarroja.
Que veinte años no es nada dice el tango
sin reparar en duelos ni en quebrantos
ni en sueños sin cumplir ni en flores rotas.
Los treinta se revuelcan en el fango.
Y de golpe, bye bye cuarentaitantos,
medio siglo te bulle en las pelotas.