rociada de un incienso embriagador,
no hubo virgen más puta alrededor
ni diosa por los dioses más amada.
Una lluvia eficaz de mies dorada
y semen rubio inunda el colector
de tu sueño, ¡oh, Zeus progenitor!,
preñándote el caudal con la alborada.
Y así, feto a babor, mientras te tocas
el sexo con fruición de pizpireta
y ocultas con tus dedos como bocas
el cofre de tu pecho, mi bragueta
y su fiebre festejan como locas
la tímida eclosión de la otra teta.