Desde que no me pincho nada en vena
por prescripción de mi facultativo
y ver a Nemo hundir a la ballena
es mi única razón para estar vivo,
desde −válgame Dios− que Ford no estrena
filme analgésico y antitusivo
y el futuro perfecto es la gangrena
del pasado simple de subjuntivo,
desde entonces, doctor, me cuesta el evo
como picapedrero de la letra
armar la pluma por un mundo nuevo,
volar el verso exacto que perpetra
la muerte de lo injusto.
Nada llevo
dentro,
todo lo meo,
mala uretra.
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