Mambrú no tiene empleo conocido
desde que lo botaron del taller,
apenas una choza de alquiler
en el Poblado del Tiempo Perdido
y un caldo de puchero recocido
y tres bocas pidiendo de comer
y un plazo fijo en Banco Santander
penando en la cuneta del olvido.
Mambrú ya no comprende el acertijo
de saludar al sol cada mañana
y de salir con la humildad a escena.
Le queda una bala y un crucifijo
para llegar a fin de la semana
ay qué dolor, ay qué dolor, qué pena.
2 comentarios:
Desgraciadamente, la guerra parece que durará mucho tiempo.
Desgraciadamente. Pobre Mambrú
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