Sabes que moriría en tu regazo,
que vendería fuego en el infierno,
que si mi amor cupiese en un cuaderno
te escribiría besos de reemplazo.
Pero esta loca fuga que emprendimos
en busca del tesoro del islote
al sur del arrecife de tu escote,
esta huida por la parra a los racimos
turgentes de tu pecho, este veneno
que empapa con saliva tus pezones
perece en la rutina de lo obsceno.
La vida no es gentil en cuanto a opciones:
tú a tu redil del peculio ajeno,
yo al ajeno errar de mis ecuaciones.
2 comentarios:
Este es realmente bueno (y que conste que eso no implica que los demás no lo sean).
¡Gracias! ¿Has visto lo poco que duró mi fuga? Si es que lo bueno siempre acaba demasiado pronto...
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