Despavoridos, supurando humores
los pliegues, reblandecidos a fuego,
presos del desuso, faltos de riego
huyen los cerebros del mal de amores.
Errantes procesionan sobre un trono
buscando de alquiler otras cabezas
que atiendan más que al caos a las destrezas
de un arte relegado al abandono.
Gritando y agitando las banderas
proclaman la virtud del pensamiento,
la magia hecha de agujas y alfileres.
En un ceremonial sin plañideras
llevado a bacanal, faltos de aliento
firman: no más hombres, no más mujeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario