En un Todo a cien
compré un reloj de pared
que adelantaba y marcaba horas al revés
y dando las diez
la aguja mayor
se pone a coser.
En un Todo a cien
compré una luna de miel
que se apagaba para ahorrar a fin de mes
y dando las diez
el cuarto mayor
se vuelve a encender.
En un Todo a cien
compré un barco de papel
que navegaba y encallaba en un tonel
y dando las diez
a la vela mayor
le da por arder.
En un Todo a cien
compré una nube de piel
que a la luna tendió una mano, al barco un pie
y dando las diez
el reloj de pared
se pone a llover.
1 comentario:
Juro no haber consumido ninguna sustancia psicotrópica para escribir esta canción. Juro también que no hay ningún mensaje secreto detrás de las palabras, aunque el lector paciente y avezado pueda vislumbrar una lúcida reflexión sobre el paso del tiempo en la primera estrofa, sobre las relaciones de pareja en la segunda, sobre la infancia en la tercera y sobre la amistad en la última.
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