Mi música, que música ejecutas
vibrando en la madera hacia el sonido,
dulces dedos que urdiendo van las rutas
del vivo acorde que unces a mi oído.
La tecla envidio, que urge con su vuelo
besar la tierna palma de tu mano,
cosecha de unos labios en desvelo
opuestos a la audaz madera en vano.
Trocarían por ser acariciados
su condición por la de esas astillas
que tus dedos recorren extasiados
brindando a la madera maravillas.
Pues tu dedo es de la tecla embeleso
quédeselo, que yo me quedo el beso.
1 comentario:
Excelente verso. Muy bien adaptado y traducido. Hermoso.
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