El Mercurio reblandece
los cerebros de la Tierra.
Mercurio es, ergo, al calor
lo que Venus al amor
y lo que Marte a la guerra.
A Saturno, por mediar,
no le pesan los anillos
de la mano.
Júpiter uno robó
para entregárselo a Urano.
El compromiso entre ambos,
ya saben, dos hacen uno,
se celebró en alta mar
y lo ofició el gran Neptuno.
Pero este polvo estelar
que nos envuelve en un halo
acabó por confirmar
que uno era en esencia malo
y el otro un Plutón verbenero.
De inmediato se desprende
una sabia moraleja:
norte, sur, oeste o este,
no importa de donde venga,
si van a elegir pareja
fíjense bien que no tenga
un cuerpo azul marinado
más bien tirando a celeste.
1 comentario:
Vaya homenaje a nuestro sistema solar.
A veces es difícil diferenciar los colores, por lo que es fácil equivocarse al elegir el cuerpo del tono adecuado.
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