jueves, agosto 16, 2007

Quien quiera dormir conmigo

Tiene que saber volar
al estilo de Subiela
y en sus sueños tripular
un bajel a toda vela.

Ha de subir a la cima
de la cumbre prohibida,
viviremos en Vailima
sin anillos de pedida.

Viraremos en redondo
cinco o más generaciones,
seremos dos polizones
por las calles de Macondo.

Por la forma en que camino
ha de leer amor sincero,
que para rosas y vino
está el treinta de febrero.

Mi nínfula, mi Lolita,
mi Julieta habrá de ser,
ma belle, mi Deborah Kerr,
mi Mazinger, mi Afrodita.

Despertarme del letargo
con aguacero en París,
bailar como Cyd Charisse
con vestido verde largo.

Amarme como la sueca
hacía con Cary Grant,
como Wendy a Peter Pan,
como Rodrigo a Babieca.

Como Acab a la ballena,
como Indiana al santo vaso
ha de amarme por si acaso
le contestase sí, nena.

Verá junto a mi el desfile
de las tropas de Cupido
susurrándome al oído
moon river, wider than a mile.

No es preciso aunque excitante
que seamos Bonnie and Clyde,
pero ni por un instante
un clon de Jekyll y Hyde.

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