lunes, septiembre 03, 2007

Quemecago

Donde yo voy no hay rivales
ni fracaso ni condena,
sólo cantos de sirena
mojando los arrabales.

Donde voy van las estrofas
de Bécquer en procesión,
de Neruda la pasión
y de Quevedo las mofas.

El pasado y el presente
conviven en armonía,
componen la sinfonía
de la vida, allí la mente

navega sin timonel
y la culpa se comparte,
somos todos juez y parte
ella a veces, otras él.

Donde yo voy, Dios me guarde,
la razón es la que impera
por encima de la cera
de la vela que no arde.

Donde voy de vez en cuando
no hay armas ni funerales
ni fobias ni generales
que se hagan con el mando.

No hace falta ser hetero
donde voy de madrugada
ni desenfundar la espada
para ser un caballero.

Donde voy la religión
no es objeto de censura,
que el alma es tanto más pura
cuanto libre la oración.

Donde voy algunos días
nacen y mueren los besos,
allá tus ojos traviesos
rebosan miradas mías

activistas del placer,
allá henchidos de fortuna
desde el cuerno de la luna
veremos amanecer.

Ven conmigo a Quemecago,
te enseñaré cómo nado
en la alberca del pecado
dulcemente y no naufrago.

No escribo más, Quemecago,
quien quiera entender que entienda,
desnúdate de la prenda
que te atrapa, ven al lago

donde habitan los que saben
que un mundo nuevo es posible
en que no salte el fusible
del dolor, los que caben

en un puño solidario
por ser todo corazón,
los que antes que estar son,
los amigos de mi barrio.

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