lunes, abril 21, 2008

El anciano (para Selu, a sus 37)

Abril es el mes más cruel, hace brotar lilas del interior de la tierra muerta, mezcla la memoria y el deseo, estremece las raíces marchitas con lluvia de primavera (T. S. Eliot)

Mano a mano con la noche, esperando
que me surja algo nuevo que contar
que no sea un año más. Sé de un bazar
que vende juventud de contrabando

me dijo un anciano por la Gran Vía.
¿Por qué -inquirí- no la hubo comprado
usted? Así el viejo, cosas del hado,
respondióme con esta letanía:

"Soy joven cada vez que vuela un beso
y aterriza cansado en mi mejilla,
pierdo un lustro entero con cada preso

fugado del penal de la tristeza,
cada dulce sonrisa, cada vino,
cada cana en flor sobre la cabeza,

cada imbécil como tú por el camino."



5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡37 es un número precioso!
Primo, afortunado, único y cubano.
Además, es el número de ranuras que tiene un juego de ruleta (36 más el 0), el número de genes en el ADN mitocondrial, y la temperatura corporal adecuada (en grados Celsius). Por si fuera poco, se puede escribir como 666/(6+6+6) ¿Qué más se puede pedir?

Sólo una cosa, ¡que sean muchos más, y que en todos nos invites a una buena cerveza! :-D

Anónimo dijo...

¡Impresionante! Si lo llego a saber antes, antes los cumplo. Además, me siento identificado con todas las "cualidades" del dichoso número. Que soy un primo nadie que conozca mi historia reciente lo pone en duda (un guiño para los de Almería), por supuesto afortunado (cf. Mi Fortuna en este mismo blog), único de cintura para arriba y cubano de cintura para abajo. Y algo diabólico... Dentro de poco te preguntaré, para saciar mi curiosidad, todo lo que sepas sobre otro numerillo (este es de cinco cifras y tiene más ceros de los que me hubiese gustado, la cosa es que fue engordando con el tiempo -será de lo que comía-)

Anónimo dijo...

Granada, 21 de abril de 2008

A veces escribo cartas que nunca envío. Los destinatarios suelen ser los mismos; si supieran... Hoy rompo mi silencio -de lector más que de voyeur-, de manera un tanto locuaz y soez -quizá sea lo esperable en mí- en este de puntillas que, cada vez me parece más de putillas. ¡Ay, compañero!, cuídate de faldas, refajos, escotes y canalillos que, como yo, tú nunca has sido buen torero: mucho mejor dando pases que entrando a matar cuando, a la postre, dicen, es lo que cuenta.

Hace tiempo que dejé de creer en infinitos numerables o no, en alephs, borgianos o no...y me mareo más pensando en unos ojos... Demonios tus ojos. Y así me veo, descreído y cínico, mal dormido y deslenguado, ladrón de almas, solitario profesional y romántico magullado, mil veces ignorado y un millón llamado fracasado, Quijote a contracorriente que cabalga casi a diario en su remedo de corcel buscando el silencio de la montaña.

No te agobies, ni pienses en números –de dos o cinco cifras, primos o no-, y sal a pasear, que no a fumar por esos pasillos, y deja de contar versos, que va ya para veinte años que convinimos que la estadística es la matemática de los tontos, y el álgebra la de los necios que sólo piensan en saltar desde cero sin preocuparse qué pasa por el camino.

Y deja de ser ese Ícaro que perdió sus alas...abrasado por entregarse a tanta primavera, y dedícate a cazar dragones, que es lo tuyo, que ya vendrá otra reina. Mientras tanto, yo seguiré luchando con princesas de ojos infinitos, que no dragones, que para mí, éstos dejaron de existir...

Que cumplas muchos más, y que la canción más bonita del mundo siga siendo una de Dylan, quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Cuánta razón te asiste, compañero, en casi todo! Habrías de romper más a menudo tu silencio y compartir, locuaz y aun soezmente, tu epistolario. Ya me cuido, ya, de escotes, refajos, primaveras, puntillas y putillas, que si hay arte en el toreo, que negar no lo niego, sólo lo discuto, está en los pases, aunque digan que dicen que hay que entrar a matar para salir a hombros de la plaza que, docto ya en los quites de la vida y caducando, te digo que sólo se entra a matar para morir.

Dices que no crees en infinitos, alephs y otros bla bla bla y no es verdad. Que te marea una mirada lo creo, demonios los ojos, mas no cualquiera: una mirada de ojos infinitos ¿ves? Nuevamente el infinito poético de la profundidad, la perdición, el deseo...

En números sin embargo no puedo dejar de pensar, cuando fumo o en mis paseos, así a la par llevo el conteo de sílabas, sinalefas y estrambotes y el de los rendimientos de un trabajo honesto que la flecha del tiempo y sus secuaces han decidido disponer para hacer negocio del dolor y del fracaso, que de todo hay que ver en esta muerte y yo sigo frotándome los ojos.

No sé si soy o no o si quiero ser el Ícaro cazadragones que me atribuyes, ni siquiera sé si es bueno o malo, pero me gusta. Mis alas hoy están en buen estado, tanto que, volando bajo, no he de conquistar reinas ni rescatar princesas si todo ello exige un premeditado y alevoso "I want you", que es por cierto la canción más bonita del mundo, bueno esa y "Calle Melancolía" de Sabina...y también viceversa.

Anónimo dijo...

Lo que deberías ambos es compartir con nosotros este tú a tú escrito (sois los dos tan sabineros ...) e iros juntos a comprar Papito ( y cómo un lobo ... bambú, bambú).
¡Umm, qué bonito!

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